martes, 15 de febrero de 2011

EMPRENDIZAJE

A menudo, cuando los vientos de crisis soplan fuertemente sobre las alas de la economía mundial, los resultados se traducen en estragos en las finanzas familiares.


Es entonces, cuando surge el pensamiento de “ponte a vender algo”, o “emprende un negocito”. Ha llegado a suceder que de estas cenizas, como el ave fénix, surgen exitosos negocios. Para la sociedad es bueno que existan esos seres en cuyos cerebros se halla sembrada la semilla del pensamiento emprendedor. Y en esa mente, y en ese corazón, la constante es “voy a iniciar este negocio”, o bien “que puedo hacer para mejorar”. La presente reflexión busca hacer un análisis y llevar al lector a descubrir su talento y aprovechar la creatividad propia y emprender.


Sin duda la lengua de Don Miguel de Cervantes Saavedra es rica y por demás hermosa, y aun cuando en su haber tiene palabras con un significado profundo y trascendental, estoy cierto que el acuñar y sumar a nuestro diccionario la palabra EMPRENDIZAJE ha tenido un valor inconmensurable.


Sin duda alguna el perfil del empresario actual dista en gran medida no solo de la imagen proyectada por el empresario de antaño, sino que la forma de abordar los desafíos, la manera de satisfacer un mercado cada vez mas exigente es muy diferente, y por supuesto, la visión de la aldea global ubica al empresario moderno en un plano muy superior.

Si aquella teoría planteada en el siglo XIX por el naturalista inglés Charles Robert Darwin que habla de una evolución física del hombre fuera cierta, es decir, si el Australopithecus hubiese evolucionado hasta convertirse en el Homo sapiens, entonces podríamos que decir que estamos a punto de ser testigos de un sorprendente paso mas: la “evolución” mental del Homo sapiens a Hombre Emprendedor. Cada día el hombre se torna más creativo, más sabio y más emprendedor, y en cierta forma, la migración de lo rural a lo urbano, o de país a país, ha jugado un papel importante en ese cambio. Las personas que en su localidad de origen no se sienten satisfechos, buscan la oportunidad de migrar a ciudades que les ofrezcan entre otras cosas un mejor panorama económico, y es allí donde normalmente pueden ver sus sueños realizados e interactuar con personas emocional e intelectualmente mas afines, y eventualmente, hacer efectivos sus sueños.

Hay una verdad innegable: Los inmigrantes de primera generación tienen un panorama por demás difícil e incierto. Tal vez por ello desarrollan habilidades que les permiten mostrar mayor tolerancia a la frustración. Al enfrentar nuevos desafíos, estas personas tienen mayor probabilidad de evolucionar a Hombre Emprendedor. En cambio, la persona que no emigra y que permanece como empleado, tendrá que pasar por un proceso más largo y difícil. A este le tomará mas tiempo esta “nueva evolución”. Quizá tenga que pasar una generación más hasta lograr esa evolución.

Lo anterior tiene que ver, decididamente, con que en ciertas regiones del mundo haya más gente emprendedora, y en otras haya más gente que se conforman con que otros pueblos vengan a invertir y traigan maquiladoras y provean empleos.

Al comienzo de esta reflexión hablé de que en tiempos de crisis es cuando surgen oportunidades. Y se podría decir que la crisis no es económica; sino es más bien una crisis moral, que se refleja en problemas económicos. La pobreza no es falta de dinero; es falta de ideas, falta de pensamiento creativo.

Recientemente visité el sur de México, el Estado de Oaxaca, que de acuerdo a las estadísticas es, si no el más pobre, si uno de los estados más carentes de todo el país. Ahí me reuní con un empresario con características muy singulares, un oaxaqueño muy especial. Durante la entrevista que sostuve con él, la cual duró casi dos días, en ningún momento se tocó el tema de la crisis, solo se habló de oportunidades de crecimiento.

Esa entrevista me hizo recordar una observación que, afortunadamente para mí, hice hace muchos años. Cuando era niño escuchaba al final de cada año frases que tenían que ver con lo duro del año que estaba por terminar: “que mal año ha sido este”, “que bueno que ya se acabó este año”. El tiempo siguió pasando y al convertirme en un joven, algunas cosas cambiaron en mi vida, sin embargo, yo seguía escuchando la misma tónica de desaliento y fracaso. Años después, cierto día meditando, me dí cuenta que dentro de todo ese mar de mediocridad y falta de ánimo, había otra clase de personas que hablaban de éxito. Hablaban de que en ese año habían comprado un auto nuevo, habían terminado una carrera profesional, estaban iniciando una maestría, habían tenido un hijo, habían iniciado un negocio, en fin, contaban jubilosos una historia de éxito. Fue entonces que comprendí una verdad invaluable: el primer grupo hablando de sus infortunados años no era el problema. El problema era yo, ya que era yo quien debía cambiar de grupo. Porque el pesimismo es una enfermedad contagiosa en extremo. Así que me decidí a migrar a un grupo que me platicara de sus logros en el año, que me inspirara con sus planes y proyectos. Es decir, personas que me ayudaran a tener una visión optimista del futuro. Lo anterior me motiva a escribir estas líneas, a considerar de lo valioso que es el labrar en nuestra mente el concepto del emprendizaje.

En los últimos tiempos se ha visto un cambio sustancial en la cultura emprendedora de México. Quizá esto sea motivado por los pobres resultados mostrados por nuestro vecino del norte, que por mucho tiempo ha sido el motor no solo de la economía de América, sino en gran medida de la mundial. Parece que USA no está cumpliendo con sus medidas macroeconómicas y sus cifras rojas se están disparando. Primero hablaron de una desaceleración de su economía, sin embargo, el tiempo se encargó de mostrar la dura cara de la crisis, quizá una de las peores crisis que haya conocido el pueblo norteamericano. Puede que éste sea el motivo por el que aquí en México se esté apostando por el emprendizaje. Yo soy un convencido de que este es el tiempo para generar riqueza y empleo, para fincar un desarrollo sustentable, para pensar en cambiar la realidad que nos abruma. Pero el emprendizaje depende de muchos factores. Si bien el deseo y el coraje por conseguir una meta son un buen inicio, hacen falta preparación, una mente visionaria, educación, metas y objetivos, así como conocer a fondo el mercado en el que se pretende participar, valorar el impacto y penetración de la competencia y conocer las fortalezas y debilidades propias. Igualmente, para lograr las oportunidades, depende en gran medida de la capacidad de trabajo, la disciplina y por supuesto de un buen “olfato” para identificar esas oportunidades.

Tal vez haga falta un apoyo del lado de nuestras autoridades gubernamentales, apoyos que han acelerado la inversión en pueblos como el japonés y el chino entre otros. Es probable que se necesiten medidas fiscales que promuevan esa inversión. Sin embargo, no es sano desgastarnos en situaciones que no van a cambiar de forma inmediata. Lo que si podemos cambiar ipso facto es nuestra manera de pensar, nuestra manera de proceder. Porque esto del emprendizaje además de ser una forma de pensar, es mas bien una forma de actuar, una forma de vivir, que se tiene que grabar en nuestros genes y transmitir a la siguiente generación a fin de llegar a ser un pueblo industrioso, presto a dar un servicio honesto y generoso, a enseñar a nuestras manos a crear con maestría singular, a añadir a nuestro cerebro mas luz para pensar mejor, a negociar con la filosofía del ganar-ganar.

Ahora, para cristalizar una buena idea de negocio es necesario tener un Plan de Negocio. Un Plan de Negocio es una buena tarjeta de presentación, y debe comunicar una imagen positiva del que lo presenta. Con un buen Plan de Negocio uno puede acercarse a un posible socio o inversionista, y también le da mayor credibilidad al solicitar créditos a los bancos. Pero quizá la parte más importante es que al plasmar sus ideas en el papel, por una parte le va dando forma a esa idea, y por la otra se obliga a seguir un plan, una ruta que establece estrategias y por ende consigue objetivos preestablecidos. Al trabajar en la elaboración del Plan de Negocio uno deberá ir probando y adecuando el prototipo del producto o servicio que se pretende. Para ello es necesario que salga de su oficina y realice un estudio de mercado, porque no es fácil hacerlo desde la comodidad de su escritorio o de su casa. Un Plan de Negocio debe demostrar experiencia personal de aquel que lo presenta, así como dejar ver que el campo del negocio que se pretende es conocido.

Cuando platico con los alumnos del Instituto Universitario Amerivent México les pido que se empapen del medio ambiente y que adquieran toda la experiencia que les sea posible en el área del negocio a fin de que lleguen a ser expertos en la materia. Esto requiere trabajo de campo no solo trabajo de oficina. Otro ingrediente que debe llevar un Plan de Negocio es el optimismo sin llegar a exagerar. Es decir, hay que recordar la receta de la abuela: no debe excederse en la sal o se perderá lo que hubiera sido un delicioso platillo. Así mismo, un Plan de Negocio debe ubicarse en la realidad y manejar números reales.

Si usted es un inquieto joven sin experiencia, le recomiendo ir a una incubadora de negocios por orientación y guía. Recuerde que el primer paso es tener la inquietud de emprender, pero hay que adquirir conocimiento y preparación. Quizá le pueda ayudar consultar de cuando en cuando la página www.amerivent.edu.mx donde puede encontrar valiosos tips que le podrían ayudar en su proceso de EMPRENDIZAJE.

Sea cual fuere la actividad económica que usted desarrolle, le garantizo que puede emprender algo interesante. Si es empleado, piense un poco y notará que hay un mar de oportunidades justo frente a usted. Emprenda cualquier actividad, cualquier empresa, pero por su mejor futuro, emprenda algo. Generaciones futuras se lo agradecerán, trabaje con dedicación y creatividad y le aseguro que estará evolucionando hacia el Hombre Emprendedor.

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